Reforma lowcost: actualizar una cocina sin obras

Uno de mis propósitos para el 2014 era actualizar la cocina sin obras y con un presupuesto muy ajustado. Nuestra cocina no era demasiado anticuada (tiene 8 años) pero era un batiburrillo de cosas, el típico «esto ya lo haremos» o «esto ya lo pondremos». Le faltaba uniformidad, personalidad y también algo de funcionalidad.

En primer lugar había que centrarse qué cosas había que cambiar y cuales no. Los armarios y la encimera son de calidad y están como el primer día, una suerte porque es una de las inversiones más costosas a la hora de renovar una cocina.

Los electrodomésticos eran todos en color acero menos la nevera que era blanca. Ésto se debe a que cuando nos mudamos hacía sólo dos años que habíamos comprado la nevera, así que pensamos que ya la cambiaríamos cuando se estropeara.

Pero como pasaba el tiempo y la nevera no se estropeaba, qué mejor forma de cambiarla que tuneándola. Para ello compré vinilo de color plata y la forré, el resultado podéis verlo en la siguiente foto, es impresionante cómo ha quedado, tiene el mismo tono que la campana de acero inoxidable. 

Con el vinilo sobrante forré también el zócalo de debajo de los muebles.

Después le metí mano a la cenefa. No era la típica de cocina con frutitas, realmente no era horrorosa pero parecía no encajar con el resto de mobiliario. Tampoco me apetecía poner ninguna vinílica encima como ya hice con el baño,  ya que eran varios metros de cenefa y corría el riesgo de cansarme con los años (de la misma forma que me había pasado con la actual).

Así que la solución fue pintarla de blanco, a juego con el resto de los azulejos. Para ello utilicé pintura especial para azulejos que me había sobrado de cuando pinté el baño y éste es el resultado final después de dos manos de pintura:

El siguiente paso fue renovar el suelo. El diseño del suelo nunca me entusiasmó, además la calidad dejaba bastante que desear, en el poco tiempo de uso que tenía ya se habían picado varios azulejos.

No quería hacer obras (he cambiado los dos baños recientemente y no me apetecía tragar más polvo), así que instalamos losas vinílicas autoadhesivas. Después de probar con varios colores nos decantamos por un gris medio, uno de los tonos que mejor le iba a los muebles y la encimera en tonos beis y grisáceos. En tres horas teníamos suelo nuevo en la cocina:

Los tiradores de los armarios de la cocina tampoco eran santo de mi devoción. No estaban estropeados pero eran poco prácticos, se ensuciaban mucho. Además eran cromados cuando en la cocina predominaba el acero, así que busqué unos tiradores alargados que pudiera coger por detrás sin manchar la parte delantera (como me pasaba con los anteriores).

En su día compramos la vitrina de color gris con la intención de que fuera a conjunto con la mesa, pero la realidad era que no acaba de casar una cosa con la otra. Tal vez era porque la vitrina tenía los cristales translúcidos y la mesa tenía el cristal blanco, el caso es que el conjunto no terminaba de convencerme así que, viendo el buen resultado que había obtenido con la nevera, me animé a forrar la vitrina con vinilo blanco, de esta forma se mimetizaba con la pared y pasaba más desapercibida.

El siguiente paso fue forrar las patas de la mesa también con vinilo blanco y cambiar las sillas por unas más actuales y de color blanco, dándole un giro de 180º a la zona de comedor.

La ventana y la puerta dan un lavadero que dan al exterior. Nunca quise colocar una cortina que impidiera la entrada de luz natural pero también es cierto que «las vistas» no eran muy atractivas, así que compré vinilo electrostático translúcido y recorté  unas figuras que simulaban la ropa tendida en la ventana y los símbolos del lavado en la puerta.  De esta forma preservaba el lavadero de las miradas indiscretas sin perder nada de luz natural.

La pared donde está la puerta de entrada, que ahora había quedado tan blanca y despejada, me pareció ideal para colocar una librería hecha con una caja de madera para colocar los libros de cocina y unas plantas aportaran vida y alegría a la cocina. También coloqué un vinilo pizarra  en el que anotar la lista de la compra, algo que echaba en falta desde hace tiempo para ahorrarme viajes al supermercado. Rematé la parte superior con una cenefa de papel adhesivo con la palabra «cocina» escrita en diferentes idiomas.

Como mis gatos también tienen su espacio en la cocina, aproveché el vinilo pizarra que me sobró para hacer un simpático gato dormilón encima de su cama.

Por último renovamos la iluminación, del típico tubo fluorescente pasamos a un sistema de riel y lámparas colgantes al que se pueden ir añadiendo focos y rieles de extensión, según sean las necesidades lumínicas de la estancia.

RESUMIENDO

Con un billete de 500 € hemos conseguido actualizar la cocina haciendo lo siguiente:

Y para terminar os dejo unas fotos de todo el conjunto ¿qué os parece cómo ha quedado?